CLUB DE COTORRAS

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Esta noche he soñado con mi Cristo de Velazquez. No ha sido un sueño propiamente dicho, sólo ha sido un momento, un instante, como el fotograma de una película.
Me enamoré de este cuadro en la adolescencia, en una de mis visitas a Madrid, las cuales hacía con mi madre, amante del arte. Íbamos de museos, a ver iglesias, conventos, parques, en busca de cultura, como decía ella. Eran visitas espaciadas en el tiempo, pero cada una de ellas descubría un rincón nuevo, una imágen, un edificio, y esas visitas con mi madre me enseñaron a apreciar la rica cultura española, que luego yo amplié con otra compañía y en otras cuidades, y espero ser capaz de transmitir a mi hija el tesoro que mi madre me dejó, la curiosidad.
No recuerdo la primera vez que vi el cuadro, pero recuerdo perfectamente el momento justo en el que me enamoré de él. Fue uno de esos momentos que te quedan grabados, no en la mente, sino en el corazón.
Me quedé plantada delante del cuadro, subyugada por el tamaño del lienzo y por la fuerza que desprendía. De repente todo a mi alrededor desapareció, sólo estábamos el cuadro y yo, me atrapó, me absorbió, me mareó, me robó la apreciación del tiempo y del espacio, se metió por todos y cada uno de mis poros y, a la vez, salía por todos y cada uno de ellos.
Es una de esas sensaciones que si no la vives, no la puedes explicar, y desde luego, no la puedes entender. Como la maternidad, te cuentan miles de sentimientos a cerca de la experiencia de ser madre, pero hasta que no lo eres, no lo entiendes, no sabes de la magnitud de esos sentimientos que te explican, y cuando lo explicas sólo eres capaz de transmitir una mínima parte de lo que tienes adentro.
Siempre que regreso al museo del Prado, al que no voy todas las veces que quisiera, voy a ver a mi Cristo, y me vuelve a atrapar, y me dejo llevar. Estoy un ratito mirando sin mirar, llenándome los ojos, calmando mi sed, tranquilizando mi espíritu, buscando nuevos detalles en ese cuerpo inerte, en ese rostro medio oculto, agradeciendo esa falta, porque no se si podría soportar la salvaje arremetida de mirar ese rostro si estuviera completo, y os puedo asegurar que cuando mi marido me tira de la mano para irnos, me alejo con tristeza, pero al mismo tiempo con una alegría en mi corazón, una paz tan inmensa, que los ojos se me llenan de felicidad.
He ido a otros museos, he visto otros cuadros, pero ninguno me ha hecho sentir lo que Velázquez me hace sentir con ese cuerpo herido, con ese rostro apenas mostrado.



Hola chicas. Aquí estamos en nuestro primer encuentro calentando con las cervezitas ucranianas, mañana máas. Besos.



Hola Marta! Hace tiempo que juego en la página y desde hace poquito que empecé a hablar por el chat. Ya he conocido a parte de las cotorras y cotorros y yo también quiero ser parte de tu blog y por eso te mando unas fotos para ver si por favor las puedes poner. Te envío una de mí y otra de mis gatitos lindos que ya les conté a todas que tengo y son como mis hijitos y quiero que les conozcan. Contigo no he tenido el gusto todavía de coincidir pero ya me han dicho que estás por las mañanas así que a ver si pronto te encuentro y te puedo saludar. Hasta pronto y gracias!
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Bueno aunque parezca mentira, hasta hace,,,,5 años, yo no sabía nada de Elvis,,
El marido de una amiga mia, un día en su casa estaba escuchando unas canciones que me encantaron y le pregnté que quien era, y el me dijo,,,,ES ELVIS!!!!
El caso es que me puse en youtube a ver a Elvis, y apareció este video,,



Os va a parecer una chorrada, pero al final de la canción Elvis sonrie,,, y cuando lo vi,,, me dio un sentimiento muy raro,,,,,, esa sonrisa, es la sonrisa de un niño, de alguien que sufre, que su cuerpo no pertenece a esa sonrisa,, de alguien BUENO.
El caso es que desde entonces me puse a ver tooodos sus videos a ver fotografias a leerme su biografía, y me quedé impresionada y enamorada.
Pese a que mucha gente piensa que Elvis, era simplemente un cantante que murió por las drogas.
Elvis no murió por ser un drogadizto, Elvis era una persona tremendamente generoso, con los suyos y con los necesitados.
Y para mi tomar drogas,y ser adicto a medicamentos que con receta te dan los médicos,,,, NO ES LO MISMO (y sé de que hablo).
Aquí os dejo, un trozito del último concierto de Elvis un mes y medio antes de morir.
P.D: ya que estoy, tengo miles de fotografias suyas, videos, dvd ,,, si alguien puede decirme donde comprar más,,, QUE ME AVISEEEE ejejejej
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HOLA MARTA: ESTO ESTA ESCRITO POR ALGUIEN A QUIEN YO ADMIRO MUCHO, YA NO ESTA EN ESTA TIERRA PERO CREO PERMANECE EN EL CORAZON DE TODA LA HUMANIDAD: MADRE TERESA DE CALCUTA......QUIZAS A ALGUIEN LE PUEDA SERVIR, EN MI CASO ME AYUDA MUCHO, Y BIEN QUE LO HE NECESITADO!!!!!!!!.....ojala les guste:

LA VIDA ES UNA OPORTUNIDAD, APROVÉCHALA
LA VIDA ES BELLEZA, ADMÍRALA
LA VIDA ES BEATITUD, SABORÉALA
LA VIDA ES UN SUEÑO, HAZLO REALIDAD
LA VIDA ES UN RETO, AFRÓNTALO
LA VIDA ES UN DEBER, CÚMPLELO
LA VIDA ES UN JUEGO, JUÉGALO
LA VIDA ES PRECIOSA, CUÍDALA
LA VIDA ES RIQUEZA, CONSÉRVALA
LA VIDA ES AMOR, GÓZALA
LA VIDA ES UN MISTERIO, DEVÉLALO
LA VIDA ES PROMESA, CÚMPLELA
LA VIDA ES TRISTEZA, SUPÉRALA
LA VIDA ES UN HIMNO, CÁNTALO
LA VIDA ES UN COMBATE, ACÉPTALO
LA VIDA ES UNA TRAGEDIA, DOMÍNALA
LA VIDA ES UNA AVENTURA, ARRÁSTRALA
LA VIDA ES FELICIDAD, MERÉCELA
LA VIDA ES LA VIDA, DEFIÉNDELA..............

"Para vivir"


Con cariño para todas/os ustedes!!!!!!!!...........
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Dedicado especialmente a Leti


*Pacto de sangre**Mario Benedetti (Uruguay,1920 - 2009) *

A esta altura ya nadie me nombra por mi nombre: Octavio. Todos me llaman abuelo. Incluida mi propia hija. Cuando uno tiene, como yo, ochenta y cuatro años, qué más puede pedir. No pido nada. Fui y sigo siendo orgulloso. Sin embargo, hace ya algunos años que me he acostumbrado a estar en la mecedora o en la cama. No hablo. Los demás creen que no puedo hablar, incluso el médico lo cree. Pero yo puedo hablar. Hablo por la noche, monologo, naturalmente que en voz muy baja, para que no me oigan. Hablo nada más que para asegurarme que puedo. Total, ¿para qué? Afortunadamente, puedo ir al baño por mí mismo, sin ayuda. Esos siete pasos que me separan del lavabo o del inodoro, aún puedo darlos. Ducharme no. Eso no podría hacerlo sin ayuda, pero para mi higiene general viene una vez por semana (me gustaría que fuese más frecuente, pero al parecer sale muy caro) el enfermero y me baña en la cama. No lo hace mal. Lo dejo hacer, qué más remedio. Es más cómodo y además tiene una técnica excelente. Cuando al final me pasa una toalla húmeda y fría por los testículos, siento que eso me hace bien, salvo en pleno invierno. Me hace bien, aunque, claro, ya nadie puede resucitar al muerto. A veces, cuando voy al baño, miro en el espejo mis vergüenzas y nunca mejor aplicado el término. Mis vergüenzas. Unas barbas de chivo, eso son. Pero confieso que la toalla fría del enfermero hace que me sienta mejor. Es lo más parecido al “baño vital” que me recomendó un naturista hace unos sesenta años. Era (él, no yo) un viejito, flaco y totalmente canoso, con una mirada pálida pero sabihonda y una voz neutra, y sin embargo afable. Me hizo sentar frente a él, me dio un vistazo que no duró más de un minuto, y de inmediato empezó a escribir a máquina, una vieja Remington que parecía un tranvía. Era mi ficha de nuevo paciente. A medida que escribía, iba diciendo el texto en voz alta, probablemente para comprobar si yo pretendía refutarlo. Era increíble. Todo lo que iba diciendo era rigurosamente cierto. Dos veces sarampión, una vez rubéola y otra escarlatina, difteria, tifus, de niño hizo mucha gimnasia, menos mal porque si no hoy tendría problemas respiratorios; varices prematuras, hernia inguinal reabsorbida, buena dentadura, etcétera. Hasta ese día no me había dado cuenta de que era poseedor de tantas taras juntas. Pero gracias a aquel tipo y sus consejos, de a poco fui mejorando. Lo malo vino después, con años y más años. Años. No hay naturista ni matasanos que te los quite. Ahora que debo quedarme todo el tiempo quieto y callado (quieto, por obligación; callado, por vocación), mi diversión es recorrer mi vida, buscar y rebuscar algún detalle que creía olvidado y sin embargo estaba oculto en algún recoveco de la memoria. Con mis ojos casi siempre llorosos (no de llanto sino de vejez) veo y recorro las palmas de mis manos. Ya no conservan el recuerdo táctil de las mujeres que acaricié, pero en la mente sí las tengo, puedo recorrer sus cuerpos como quien pasa una película y detener la cámara a mi gusto para fijarme en un cuello (¿será el de Ana?) que siempre me conmovió, en unos pechos (¿serán los de Luisa?) Que durante un año entero me hicieron creer en Dios, en una cintura (¿será la de Carmen?) Que reclamaba mis brazos que entonces eran fuertes, en cierto pubis de musgo rubio al que yo llamaba mi vellocino de oro (¿será el de Ema?) Que aparecía tanto en mis ensueños (matorral de lujuria) como en mis pesadillas (suerte de Moloch) que me tragaba para siempre. Es curioso, a menudo me acuerdo de partículas de cuerpo y no de los rostros o los nombres. Sin embargo, otras veces recuerdo un nombre y no tengo idea de a qué cuerpo correspondía. ¿Dónde estarán esas mujeres? ¿Seguirán vivas? ¿Las llamarán abuelas, solo abuelas, y no habrá nadie que las llame por sus nombres? La vejez nos sumerge en una suerte de anonimato. En España dicen, o decían, los diarios: murió un anciano de sesenta años Los cretinos. ¿Qué categoría reservan entonces para nosotros, octogenarios pecadores? ¿Escombros? ¿Ruinas? ¿Esperpentos? Cuando yo tenía sesenta era cualquier cosa menos un anciano. En la playa jugaba a la paleta con los amigos de mis hijos y les ganaba cómodamente. En la cama si la interlocutora cumplía dignamente su parte en el diálogo corporal, yo cumplía cabalmente con la mía. En el trabajo no diré que era el primero pero sí que integraba el pelotón. Supe divertirme, eso sí, sin agraviar a Teresa. He ahí un nombre que recuerdo junto a su cuerpo. Claro que es el de mi mujer. Estuvimos tantas veces juntos, en el dolor pero sobre todo en el placer. Ella, mientras pudo, supo cómo hacerlo. Puede ser que se imaginara que yo tenía mis cosas por ahí, pero jamás me hizo una escena de celos, esas porquerías que corroen la convivencia. Como contrapartida, cuidé siempre de no agraviarla, de no avergonzarla, de no dejarla en ridículo (primera obligación de un buen marido), porque eso sí es algo que no se perdona. La quise bien, claro que con un amor distinto. Era de alguna manera mi complemento, y también el colchón de mis broncas. Suficiente. Le hice tres varones y una hembra. Suficiente. El ataque de asma que se la llevó fue el prólogo de mi infarto. Sesenta y ocho tenía, y yo setenta. O sea que hace catorce años. No son tantos. Ahí empezó mi marea baja. Y sigue. ¿Con quién voy a hablar? Me consta que para mi hija y para mi yerno soy un peso muerto. No diré que no me quieren, pero tal vez sea de la manera como se puede querer a un mueble de anticuario o a un reloj de cuco o (en estos tiempos) a un horno de misar. No digo que eso sea injusto. Solo quiero que me dejen pensar. Viene mi hija por la mañana temprano y no me dice qué tal papá sino qué tal abuelo, como si no proviniera de mi prehistórico espermatozoide. Viene mi yerno al mediodía y dice qué tal abuelo. En él no es una errata sino una muestra de afecto, que aprecio como corresponde, ya que él procede de otro espermatozoide, italiano tal vez puesto que se llama Aldo Cagnoli. Qué bien, me acordé del nombre completo. A una y a otro les respondo siempre con una sonrisa un cabeceo conformista y una mirada, lacrimosa como de costumbre, pero inteligente. Esto me lo estoy diciendo a mí mismo, de modo que no es vanidad ni presunción ni coquetería senil, algo que hoy se lleva mucho. Digo inteligente, sencillamente porque es así. También tengo la impresión de que ellos agradecen al Señor de que yo no pueda hablar (eso se creen). Imagino que se imaginan: cuánta cháchara de viejo nos estamos ahorrando. Y, sin embargo, bien que se lo pierden. Porque sé que podría narrarles cosas interesantes, recuerdos que son historia. Qué saben ellos de las dos guerras mundiales, de los primeros Ford a bigote, de los olímpicos de Colombes, de la muerte de Batíle y Ordóñez, de la despedida a Rodó cuando se fue a Italia, de los festejos cuando el Centenario. Como esto lo converso solo conmigo, no tengo por qué respetar el orden cronológico, menos mal. Qué saben, ¿eh? Solo una noticia, o una nota al pie de página, o una mención en la perorata de un político. Nada más. Pero el ambiente, la gente en las calles, la tristeza o el regocijo en los rostros, el sol o la lluvia sobre las multitudes, el techo de paraguas en la Plaza Cagancha cuando Uruguay le ganó tres a dos a Italia en las semifinales de Amsterdam y el relato del partido no venía como ahora por satélite sino por telegramas (Carga uruguaya; Italia cede córner; los italianos presionan sobre la valía defendida por Mazali; Scarone tira desviado, etc.,). Nada saben y se lo pierden. Cuando mi hija viene y me dice qué tal abuelo, yo debería decirle te acordás de cuando venías a llorar en mis rodillas porque el hijo del vecino te había dicho che negrita y vos creías que era un insulto ya que te sabías blanca, y yo te explicaba que el hijo del vecino te decía eso porque tenías el pelo oscuro, pero que además, de haber sido negrita, eso no habría significado nada vergonzoso porque los negros, salvo en su piel, son iguales a nosotros y pueden ser tan buenos o tan malos como los blanquísimos. Y vos dejabas de llorar en mis rodillas (los pantalones quedaban mojados, pero yo te decía no te preocupes, m'hijita, las lágrimas no manchan) y salías de nuevo a jugar con los otros niños y al hijo del vecino lo sumías en un desconcierto vitalicio cuando le decías, con todo el desprecio de tus siete años; che blanquito. Podría recordarte eso, pero para qué. Tal vez dirías, ay abuelo, con qué pavadas me venías ahora. A lo mejor no lo decías, pero no quiero arriesgarme a ese bochorno. No son pavadas, Teresita (te llamas como tu madre, se ve que la imaginación no nos sobraba), yo te enseñé algunas cosas y tu madre también. Pero por qué cuando hablás de ella decías, entonces vivía mamá, y a mí en cambio me preguntás qué tal, abuelo. A lo mejor, si me hubiera muerto antes que ella, hoy dirías, cuando vivía papá. La cosa es que, para bien o para mal, papá vive, no habla pero piensa, no habla pero siente.El único que con todo derecho me dice abuelo es, por supuesto, mi nieto, que se llama Octavio como yo (al parecer, tampoco a mi hija y a mi yerno les sobraba imaginación). Ahí está la clave. Cuando le digo Octavio. Le digo. Porque con mi nieto es con el único ser humano con el que hablo, además de conmigo mismo, claro. Esto empezó hace un año, cuando Octavio tenía siete. Una vez yo estaba con los ojos cerrados y, creyéndome solo, dije en voz no muy alta pero audible, carajo, me duele el riñón. Pero no estaba solo. Sin que yo lo advirtiera había entrado mi nieto. Pero abuelo, estás hablando, dijo con un asombro alegre que me conmovió. Le pregunté si había alguien en la casa y como dijo que no, que no había nadie, le propuse un convenio. Por un lado él mantenía el secreto de que yo podía hablar, y por otro, y le contaría cuentos que nadie sabía. Está bien, dijo, pero tenemos que sellarlo con sangre. Salió y volvió casi enseguida con una hoja de afeitar, un frasco de alcohol y un paquete de algodón. Se las arregla muy bien y además conoce esos trámites desde que le dieron toda una serie de inyecciones con una vacuna contra la alergia. Con toda tranquilidad me hizo un tajito minúsculo y él se hizo otro, ambos en las muñecas, suficientes como para que salieran unas gotas de sangre, luego juntamos nuestras heridas mínimas y nos abrazamos. Octavio humedeció el algodón con un poco de alcohol, lo apoyó en ambas señales secretas hasta que no salió más sangre y salió corriendo a dejar todo su instrumental en el botiquín. Desde entonces, y siempre que quedamos solos en casa, algo que ocurre con frecuencia, él viene a que, en cumplimiento del pacto, le cuente cuentos desconocidos, inéditos. Cuando salen mi hija y mi yerno, le dicen a ver si cuidás al abuelo, y él responde que sí, con un gestito de fastidio para disimular, pero enseguida me hace un guiño cómplice, y no bien se escucha el portazo que garantiza nuestra intimidad, trae una silla, la coloca junto a mi mecedora o a mi cama y se queda a la espera de mis cuentos, que, como exigencia irrenunciable de nuestro pacto de sangre, deben ser totalmente nuevos. Y ahí viene mi problema, porque buena parte del día me la paso con los ojos cerrados, como si durmiera, pero en realidad pergeñando el próximo cuento y cuidando hasta los mínimos detalles, ya que si en un cuento anterior el zorro se había lastimado una pata en una trampa y ahora anda corriendo en busca de gallinas, Octavio de inmediato me hace notar que aun no tuvo tiempo de curarse y entonces debo improvisar una fe de erratas oral y donde dije corre debe decir renquea. Y si el viejo brujo de la montaña se había quedado calvo por el esfuerzo de azotar diariamente a los gnomos del bosque y en un cuento posterior se peinaba mirándose en la laguna, Octavio enseguida observa, pero cómo, ¿no era calvo? Y ahí puedo salir un poco mejor del atolladero, ya que el brujo, por el mero hecho de ser brujo, puede, mediante un ensalmo, recuperar el pelo. Y el nieto pregunta si se da el caso que él quede pelado, también podrá recuperar el pelo. Vos no, lo desengaño, porque no sos ni serás brujo. Y él dice que lástima y tiene un poco de razón, porque si yo hubiera sido brujo también me habría hecho crecer el pelo que perdí sin remedio antes de los cincuenta. No soy yo el único que narra, también él me cuenta lo que ocurre en el colegio, en la calle, en la televisión, en el estadio. Es hincha de Danubio y se asombra de que yo sea de Wanderers. Trato de hacer proselitismo, pero evidentemente no hay nadie capaz de convertirlo en tránsfuga. Entonces le cuento viejos partidos o jugadas célebres, como cuando Piendibeni le hizo el célebre gol al divino Zamora, o cuando el manco Castro usaba con alevosía su muñón en el área penal, o cuando el flaco García mantuvo invicta su valía (claro que los backs eran nada menos que Nazassi y Domingos da Guía) durante una rueda y media, o cuando Ghiggia hizo el gol de la victoria en Maracaná, o cuando o cuando o cuando, y él me escucha como a un oráculo y yo pienso qué suerte todavía puedo hablar para crear este asombro suyo y este placer mío. La verdad es que no recuerdo cómo eran mis hijos cuando tenían la edad que hoy tiene Octavio. El mayor murió. ¿Cuánto hace que murió Simón? Fue después de lo de Teresa. Al fin y al cabo ¿qué importa la fecha? Murió y se acabó. No tuvo hijos, creo, ¿o los habré olvidado? Nunca estoy seguro de mis lagunas, que a veces son océanos. El segundo, Braulio, sí los tuvo, pero todos están en Denver, ¿qué habrán ido a hacer allí? La verdad es que no recuerdo. A veces manda fotos, tomadas con su encantadora Polaroid, o alguna postal, con un abrazo para el Viejo. Soy yo. Él no me dice abuelo, me dice Viejo. Me cago en la diferencia. Reconozco que una vez me mandó una radio a transistores. Todavía la tengo y a veces la oigo; pero a menudo se queda sin pilas y tendría que pedirlas. Pero no pido nada. Nunca pido nada. Reconozco que soy un orgulloso de mierda, pero a esta altura no voy a reeducarme, ¿no es cierto? Total, el que me jodo soy yo, porque si la radio tuviera simples pilas, podría escuchar alguno que otro partido, no muchos porque los locutores en general me cansan con su entusiasmo fingido y sus fallas de sintaxis. También podría escuchar el Sodre cuando pasan música clásica, que es la única que digiero. La alegría que tuve aquella tarde en que pude escuchar el Septimino. Lo tenía en disco, hace tiempo, vaya a saber dónde está. Quizá lo de las pilas podría solucionarse, sin mengua de mi podrido orgullo, diciéndoselo a mi nieto, para que este, en cumplimiento de nuestro pacto de sangre y guardando siempre nuestro secreto, le dijera a mi hija, mirá la radio del abuelo está sin pilas, y entonces lo mandaran a la ferretería de la esquina para que me las trajera. Con eso alcanza. Yo las sé colocar, aunque a veces las pongo al revés y la radio no funciona. En alguna ocasión me ha llevado un buen cuarto de hora hallar la posición adecuada para las cuatro de 1,5 voltios, pero igual me sirve para entretenerme un poco. ¿Qué más puedo hacer? Leer, ya no puedo. Televisión, tampoco. Pero escuchar la radio o cambiarle las pilas, sí. Mi tercer hijo se llama Diego y está en Europa, enseña en Zurich, me parece, sabe alemán y todo. Tiene dos hijas que también saben alemán, pero en cambio no saben español. Qué cagada, ¿verdad? Diego es menos escribidor que Braulio, y eso que su especialidad es la literatura, pero, naturalmente, la literatura suiza. Para las navidades manda también su tarjeta, en la que las niñas ponen sus saludos pero en alemán. Yo no sé alemán, apenas un poco de inglés para defenderme en correspondencia comercial, de la que yo mismo me encargaba cuando era gerente de La Mercantil del Sur, Importaciones y Exportaciones. Digamos, frasecitas como “I acknowledge receipt of your kind letter”, o “Very truly yours”, lo suficiente para que los de allá puedan contestar “Dear sirs”, o “Gentlemen”. También ese hijo menor a veces me manda algún regalito, verbigracia un llavero suizo de 18 quilates. En esa ocasión sonreí, como diciendo qué lindo, pero en realidad pensando qué boludo, para qué quiero yo un llavero de oro 18, si estoy aquí semipostrado.De modo que mis contactos con el mundo se reducen a mi hija, cuando entra y me dice qué tal abuelo, a mi yerno cuando ídem, de vez en cuando al médico, al enfermero cuando viene a lavar mis pelotas ya jubiladas, y también el resto de este cuerpo del delito. Bueno, y sobre todo, está mi nieto, que creo es lo único que me mantiene vivo. Es decir, me mantenía. Porque ayer por la mañana vino y me besó y me dijo abuelo, me voy por quince días a Denver con el tío Braulio, ya que saqué buenas notas y me gané estas vacaciones. Yo no podía hablar (y no sé si hubiera podido, porque tenía un nudo en la garganta) ya que también estaban en la habitación mi hija y mi yerno y ni yo ni mi nieto íbamos a violar nuestro pacto de sangre. Así que le devolví el beso, le apreté la mano, puse un instante mi muñeca junto a la suya como testimonio de lo que ambos sabíamos, y sé que él entendió perfectamente cuánto lo iba a extrañar ya que no iba a tener a quien contarle cuentos inéditos. Y se fueron. Pero tres o cuatro horas más tarde volvió a entrar Aldo, y me dijo mire, abuelo, que Octavio no se fue por quince días sino por un año y tal vez más, queremos que se eduque en los Estados Unidos, así aprende desde niño el idioma y tendrá una formación que va a servirle de mucho. Él no se lo dijo porque tampoco lo sabía. No queríamos que empezara a llorar, porque él lo quiere mucho, abuelo, siempre me lo dice, y yo sé que usted también lo quiere; ¿no es así? Se lo vamos a decir por carta, aunque mi cuñado lo va a ir preparando. Ah, y otra cosa. Cuando ya se había despedido de nosotros, volvió atrás y me dijo, dale un beso al abuelo y que sepa que estoy cumpliendo nuestro pacto. Y salió corriendo. ¿Qué pacto es ese, abuelo? Cerré los ojos por pudor, aunque como siempre lagrimeo, nadie sabe nunca cuándo son lágrimas de veras, e hice un gesto con la mano como diciendo: cosas de niños. Él se quedó tranquilo y me abandonó, me dejó a solas con mi abandono, porque ahora sí que no tengo a nadie, y tampoco a nadie con quien hablar. Me tomó de sorpresa todo esto. Pero quizá sea lo mejor. Porque ahora sí tengo ganas de morir. Como corresponde a un despojo de ochenta y cuatro años. A mi edad no es bueno tener ganas de vivir, porque la muerte viene de todos modos y a uno lo toma de sorpresa. A mí no.Ahora tengo ganas de irme, llevándome todo ese mundo que tengo en mi cabeza y los diez o doce cuentos que ya tenía preparados para Octavio, mi nieto. No voy a suicidarme (¿con qué?), pero no hay nada más seguro que querer morir. Eso siempre lo supe. Uno muere cuando realmente quiere morir. Será mañana o pasado. No mucho más. Nadie lo sabrá. Ni el médico (¿acaso se dio cuenta alguna vez de que yo podía hablar?) ni el enfermero ni Teresita ni Aldo. Solo se darán cuenta cuando falten cinco minutos. A lo mejor Teresita dice entonces papá, pero ya será tarde. Y yo en cambio no diré chau, apenas adiosito con la última mirada. No diré ni chau, para que alguna vez se entere Octavio, mi nieto, de que ni siquiera en ese instante peliagudo violé nuestro pacto de sangre Y me iré con mis cuentos a otra parte. O a ninguna.
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Marta a petición de las chicas te mando las fotos de la fiesta de disfraces, te mando las del principio, las fotos a muy altas horas de la madrugada estan codificadas..... ya me entiendes.Besos Alex.
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Chicas, ya sois tantas que necesitais mapita aparte. Besos a todas.



Este si... con vuestros nombres.




Ojáncano.Los ojáncanos son quizás las criaturas más malvadas que habitan en Cantabria. Se oponen completamente a las anjanas. Si estas son afecto, dulzura, humildad y amabilidad, el ojáncano es odio, ira y destrucción. El ojáncano se alegra de los males de los hombres y disfruta con la destrucción de sus cosas. Su aspecto es tan terrible como su conducta. Su rostro es redondo de color amarillento y con unas largas barbas de color rojizo. Los cabellos son también de color rojo pero menos intenso. Tiene un solo ojo en mitad de la frente en el que se dice se vislumbra su odio y maldad. Este ojo brilla por la noche como si estuviera al rojo. Se cuenta también que tiene un tiene un pelo blanco entre sus espesas barbas; este es el punto debil del ojáncano ya que si se le arranca este pelo, muere inmediatamente. La voz del ojáncano es a su vez tan terrible como si de un trueno se tratara y suena como un vendaval de invierno soplando en las montañas. Los ojáncanos son tan fuertes que no hay peso imposible de levantar para ellos. Muchos de los árboles caídos a orillas de los ríos cuando hay vendaval los ha tirado algún ojáncano y es que cuando hay viento, se les enredan las barbas y estos enfurecidos descargan su ira con los árboles y con todo lo que pillan a mano. Los ojáncanos se alimentan de bellotas, de las hojas de los acebos, de las ovejas y de las vacas que pastan por donde ellos viven. En alguna ocasión bajan a los valles y roban las panojas de maíz. Estas criaturas habitan en grutas profundas cuya entrada está siempre disimulada por maleza, arbustos y grandes rocas. Cuando los ojáncanos están aburridos se dedican a arrancar rocas de los montes y a colocarlas en las fuentes, en los atajos o en las puertas de los refugios. Otras veces, estropea los puentes, roba ovejas y destruye el sembrado de los campesinos. Se dice que el ojáncano se puede transformar en un mendigo anciano, cuando hace esto entra en los pueblos y por las noches mata a las ovejas, a las gallinas y a las vacas, destruye los frutos y huye al amanecer antes de que nadie despierte. El mito masculino, fiero, malhumorado, gigantesco, siempre pensando en malas fechorias, este es la antítesis de la bondad, de la dulzura de la Anjana. Donde ésta pone afecto, recompensa, humildad y regalo, el Ojáncano pone rencor, castigo, soberbia y hurto. El rostro es redondo, de color amarillento, con unas barbas largas y bermejas como una llama, los cabellos son de un rojo menos intenso. Su unico ojo, en la mitad de la frente, relumbra como una candela y está rodeado de unas arrugas pálidos con unos puntitos azules. La voz del ojancano es parecida a un trueno que se oye a lo lejos. Al alba se levanta y empieza a caminar por el monte, con jadeo como el de un osu cansao. Para entretenerse arrastra peñas y las acerca a camberas y brañas donde se guarece el ganado. Tambien tiene la costumbre de estropear las juentis, de romper las tejas de las casas y dejar bojonas a las vacas.

Ojáncana
La ojáncana también llamada "la novia del ojáncano" por las pérfidas maldades que tiene con él en común, es una gran criatura humanoide y de terribles rasgos físicos: carichata y macrocéfala, adornada con greñas de cabello oscuro, sucio y alborotado.
Con enormes y retorcidos dientes que surgen de su sobresaliente labio inferior imitando a los de un jabalí y con una piel escamosa y agrietada. Pero la más caracteristica deformidad es el gran tamaño de sus pechos que caen alargados como bolsas y que puede cargarlos a la espalda, acto que suele realizar cuando caza, está enfadada o huye. Le gusta cazar los niños que se pierden por el bosque, con los que se alimenta. Primero les roba toda la sangre, para ella el más exquisito licor, y más tarde los devora a grandes dentalladas. Cuando no dispone de sus infantiles víctimas, se tiene que conformar con comer animales, que acumula en sus antros lobregos y profundos, generalmente cuevas oscuras. En los umbrales de estos lugares es donde algunos lugareños dejan carne o pan de mijo junto a cuencos de leche o sangre de animales confiando evitar sus continuas salidas de caza de hombres, niños y rebaños. Se rumorea que existen ojáncanas en numerosas cuevas de Cantabria: en la Penilla de Cayón, Santurce de Toranzo y Cieza en Torrelavega.

Tomado de Mitología de Cantabria
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UUUFFFF..Hola Marta! No sè q habrà salido aquì, pero juro q lo intentèèèè!!! Son mis hijos y yo. En la ùltima , a saber, aparecen, de izq a der..NICO, NATI, JUANMA Y FEDE.. Vos elegì la o las q quieras. Besos y q te sea leve. DESDE YA PERDÒN!!
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Holas chicas hay les envio unas fotitos de Máncora y mias para q me conoscan solo no se asusten jejj.... ,q puedo decir las camaras me odian ejej..,Gabucha conoceme ahi toy jijiji....no te asustes. ahh!! saludos Marta. Medaly.
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Para 4 personas: un pollo troceado, 1kg de cebollas, 200 gr de pasas, 1 bote de garbanzos cocidos, sal y azafrán, 250 gr de sémola y mantequilla.

Se rehoga el pollo hasta dorar un poquito, se añade la cebolla troceada y se revuelve constantemente 10 minutos. Se añade un vaso de agua, sal y azafrán y se deja media hora cociendo despacio. Luego se añaden las pasas y los garbanzos y se dejan 10 minutos.

Se pone a hervir 250ml de agua con sal y un chorrito de aceite. Se retira del fuego y se añade la sémola removiendo. Añadimos unos trozos de mantequilla y lo ponemos un momento a fuego lento un momentito.

Se sirve la carne sobre la sémola y el caldito al gusto. Que aproveche.
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LA PINCOYA

En una sola mujer descansa la suerte de los pescadores de la isla de Chiloé. Se trata de una sirena conocida como La Pincoya, cuya misión está profundamente ligada a la femineidad: fecundar a todos los seres vivos del mar. Así, la abundancia o escasez de peces y mariscos dependerá de sus bondades. Cuando la Pincoya sale de las profundidades del mar cada mañana y comienza su danza con los brazos extendidos mirando al mar, corresponde al anuncio de que la pesca será abundante. Por el contrario, si baila en dirección a la costa significa que los peces se alejarán. Se supone que esto sucede cuando la sirena ha estimado necesario arrastrar las riquezas del mar hacia otras zonas más necesitadas.Para que los pescadores sean favorecidos por la Pincoya deben mantener una actitud positiva, alegre y de compañerismo. Además, deben rotar los sitios en donde pescan, ya que el abuso de extracción en un mismo lugar es considerado un motivo de enojo para la Pincoya, quien decide abandonar esa zona dejándola estéril.Existe también otra versión que la relaciona con una ninfa de cabellos de oro que mediante sus silbidos hacía emerger desde el fondo del mar un tronco de oro macizo sobre el cual peinaba sus cabellos y el que traía prosperidad y abundancia a las costas. Durante las noches entonaba canciones amorosas que embrujaban a quienes las escuchaban.Todos iban en busca de la Pincoya para pedirle favores, pero repentinamente desapareció del lugar. Se dice que fue robada para impregnar de buena fortuna a nuevas costas. Se cuenta que el Millalobo, el rey del mar, porque dirige las mareas y todo cuanto hay bajo el océano, se enamoró de una joven llamada Huenchula. De esta unión nació una criatura que la joven llevó consigo cuando regresó a la casa de sus padres, no sin antes advertirles que su bebé debía permanecer lejos de toda mirada.Sin embargo, la curiosidad pudo más y los abuelos destaparon a su nieta. Pero al hacerlo, esta se convirtió en agua cristalina. Huenchula recurrió desesperada a su marido, quien la consoló y le mostró una hermosa adolescente, de largos cabellos dorados, encanto y dulzura incomparables, semidesnuda en un traje de algas. Era en lo que se había transformado su hija, a quien llamaron Pincoya.La labor de la Pincoya es proteger al mar, sembrarlo y rescatar a los náufragos. Todos los mariscos y peces que el Millalobo generosamente ofrece a los pescadores en los mares de Chiloé, son sembrados en mares y playas por las fecundas manos de la Pincoya, quien sale de las profundidades del agua a bailar en las playas.

EL CALEUCHE

Chiloé, archipiélago conquistado en 1567, es uno de los lugares más ricos en lo que a leyendas y mitos se refiere. Es un lugar lleno de encanto y magia que reflejan las costumbres que han marcado a esta zona de Chile. Pero la Isla Grande no es el único lugar del sur donde se originan mitos. Poblados, ciudades, cordillera y mar son fecundos de imaginación. Reflejando una vez más la personalidad de nuestra gente."No era un pueblo, no podía serlo, se trataba sólo de un pequeño número de casas agrupadas a la orilla del mar, como si quisieran protegerse del clima tormentoso, de la lluvia constante, de las acechanzas que pudieran venir de la tierra o del mar. En la pieza grande de la casa de don Pedro se habían reunido casi todos lo hombres del caserío.El tema de su charla era la próxima faena. Saldrían a pescar de anochecida y sería una tarea larga y de riesgo; pensaban llegar lejos, quizá hasta la isla Chulin, en busca de jurel, róbalo y corvina. Deseaban salir porque la pesca sería buena. Durante la noche anterior estaban seguros de haber visto a la bella Pincoya que, saliendo de las aguas con su maravilloso traje de algas, había bailado frenéticamente en la playa mirando hacia el mar. Todo esto presagiaba una pesca abundante y los hombres estaban contentos. No todos saldrían, porque, como siempre, don Segundo, el hombre mayor, se quedaría en tierra. Uno de los jóvenes le preguntó: “Usted, don Segundo, ¿por qué no se embarca?. Usted conoce más que cualquiera las variaciones del tiempo, el ritmo de las mareas, los cambios del viento y, sin embargo, permanece siempre en tierra sin adentrarse en el mar”. Se hizo un silencio, todos miraron al joven, extrañados de su insolencia, y el mismo joven abismado de su osadía, inclinó silencioso la cabeza sin explicarse por qué se había atrevido a preguntar.Don Segundo, sin embargo, parecía perdido en un ensueño y contestó automáticamente: “Porque yo he visto el Caleuche“. Dicho esto pareció salir de su ensueño y, ante la mirada interrogante de todos exclamó: “Algún día les contestaré”.Meses después estaban todos reunido en la misma pieza. Era de noche, y nadie había podido salir a pescar, llovía en forma feroz, como si toda el agua del mundo cayera sobre aquella casa, el viento huracanado parecía arrancar las tejuelas del techo y las paredes y el mar no eran un ruido lejano y armonioso, sino un bramido sordo y amenazador. Don Segundo habló de improviso y dijo: “Ahora les contaré…”.Su relato contenido durante muchos años cobró una realidad mágica para los que le escuchaban curiosos y atemorizados. Hace mucho tiempo había salido navegando desde Ancud con el propósito de llegar hasta Quellón. No se trataba de una embarcación pequeña, sino de una lancha grande de alto bordo y sin embargo fácil de conducir, con dos velas que permitían aprovechar al máximo un viento favorable. Era una lancha buena para el mar y que había desafiado con éxito muchas tempestades. La tripulaban cinco hombres, además de don Segundo, y el capitán era un chilote recio, bajo y musculoso, que conocía todas las islas y canales del archipiélago, y de quien se decía que había navegado hasta los estrechos del sur y había cruzado el Paso del Indio y el Canal Messier. La segunda noche de navegación se desató la tempestad. “Peor que la de ahora”, dijo don Segundo. Era una noche negra en que el cielo y el mar se confundían, en que el viento huracanado levantaba el mar y en que los marineros aterrorizados usaban los remos para tratar de dirigir la lancha y embestir de frente a las olas enfurecidas. Habían perdido la noción del tiempo y empapados y rendidos encomendaban su alma, seguros de morir. No obstante, la tormenta pareció calmarse y divisaron a lo lejos una luz que avanzaba sobre las aguas. Fue acercándose y la luz se transformó en un barco, un hermoso y gran velero, curiosamente iluminado, del que salían cantos y voces. Irradiaba una extraña luminosidad en medio de la noche, lo que permitía que se destacaran su casco y velas oscuras. Si no fuera su velamen, si no fuera por los cantos, habríase dicho un inmenso monstruo marino. Al verlo acercarse los marinos gritaron alborozados, pues, no obstante lo irreal de su presencia, parecía un refugio tangible frente a la cierta y constante amenaza del mar. El capitán no participó de esa alegría. Lo vieron santiaguarse y mortalmente pálido exclamó: “¡¡No es la salvación, es el Caleuche!!. Nuestros huesos, como los de todos los que lo han visto, estarán esta noche en el fondo del mar”. El Caleuche ya estaba casi encima de la lancha cuando repentinamente desapareció. Se fue la luz y volvió la densa sombra en que se confundían el cielo y el agua. Al mismo tiempo, volvió la tempestad, tal vez con más fuerza, y la fatiga de los hombre les impidió dirigir la lancha en el embravecido mar, hasta que una ola gigantesca la volcó. Algo debió golpearlo, porque su último recuerdo fue la gran ola negra en la oscuridad de la noche. Despertó arrojado en una playa en que gentes bondadosas y extrañas trataban de reanimarlo. Dijo que había naufragado y contó todo respecto del viaje y la tempestad, menos las circunstancias del naufragio y la visión del Caleuche. De sus compañeros no se supo más, y esta es la primera vez en que la totalidad de la historia salía de sus labios. “Por eso que no salgo a navegar. El Caleuche no perdonará haber perdido su presa, que exista un hombre vivo que lo haya visto. Si me interno en el mar, veré aparecer un hermoso y oscuro velero iluminado del que saldrán alegres voces, pero que me hará morir”. Todos quedaron silenciosos y pareció que entre el ruido de la lluvia y el viento se escuchaba más intenso el bramido de las olas.No obstante la creencia de don Segundo de que la visión del Caleuche significa una muerte segura, hay personas en la Isla Grande que afirman que han visto o conocido a alguien que vio el Caleuche. Tal vez lo hicieron desde la costa y no navegando. En todo caso, los que navegan entre las islas del archipiélago durante la noche lo hacen con un profundo temor de divisar el hermoso y negro barco iluminado. Este puede aparecer en cualquier momento, pues navega en la superficie o bajo el agua, de él surgen música y canciones. Entonces la muerte estará cerca y el naufragio será inevitable. Los que no perezcan pasarán a formar parte de la tripulación del barco fantasma, del Caleuche.

Fuente: Leyendas del sur de Chile (servicioweb.cl)Adaptación: Carlos Ducci Claro



Bienvenida guapa.
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Andrés, en lo que no nos mandes una foto cuelgo esta. Que lo sepas.
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Hola chic@s!!!por fin me decidí a mandar unas fotitos, es que no soy nada fotogénica y vosotras sois tan guapas que me daba no sé qué jajajaja. pero he pensado que total, esto no lo ve nadie así que mando una en la que salgo mal y otra peor, así no quedo tal mal jeje.en la que salgo con mi chico estamos en Tulum, y la que salgo yo solita (sí, soy yo jejeje) es en Xel-há. Son de mis vacaciones en la Riviera Maya hace un par de años. lugar comparable al paraíso, un sueño poder ir, y me muero por volveeeeeeeeer.un besazo cotorr@s!!!!!
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Q tal martita!!!!Mira te envío algunas fotitos del Sur de Chile ,faltan muchas logicamente,estaría demás decirte que es bellísimo,Gabu quería conocerlo, ya que ella a estado en chile pero no conoce el Sur,pero bueno...esos lugares los conozco yop y encontré las fotos en la web.Bueno guapa,no te agoto más..jejejBezotes!!!-- * PAO *
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Me permito escribir una plegaria para todas mis amigas y amigos escapistas.
" Señor, haz de mi un instrumento de Tu paz,
allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, perdón;
donde haya discordia, unión;
donde haya error, verdad;
donde haya tinieblas, Tu luz;
donde haya duda, fé;
donde haya tristeza, alegría
donde haya desesperación, esperanza
! Oh Maestro !, que yo no busque tanto
ser consolado como consolar
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar,
Porque es dando como se recibe,
olvidando como se encuentra,
perdonando como se es perdonado,
y muriendo como se resucita a la vida eterna. San Francisco de Asís






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Marta, esto es un fragmento del libro "Maktub" (significa "estaba escrito"), de Paulo Cohelo para publicar en el Club.....

"......Las fiestas de Valencia, en España, tienen un curioso ritual, cuyo orígen está en la antigua comunidad de los carpinteros. Durante todo el año, artsanos y artistas construyen gigantescas esculturas de madera. En la semana de fiestas, las plantan en el centro de la ciudad. La gente que pasa, comenta, se deslumbra y se conmueve ante tanta creatividad. Entonces, el día de San José, todas estas obras de arte, escepto una, son quemadas en una gigantesca hoguera, ante millares de curiosos.

-¿Por qué tanto trabajo en vano? - preguntó una inglesa, mientras las inmensas llamaradas su- bían al cielo.
-Usted también morirá algún día -respondió una española-. ¿Se le ha ocurrido a usted que en e se momento un ángel le pregunte a Dios: "¿Por qué tanto trabajo en vano?"

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He tenido que actualizar el mapa, algo de lo que me alegro mucho. Si alguien ve que falta que me lo diga que enseguida lo pongo. Besos.







P.D. Si esto sigue así voy a tener que poner un mapa sólo de las argentinas jajaja

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Hola queridas damas, y caballeros si los hay.

Hoy me enseñaron a hacerme seguidor del club.
De mi parte un afectuoso saludo y dandoles las gracias por recibirme y dejarme compartir unos ratos agradales en el chat, antes entraba a la pagina y jugaba pero no habia entrado al chat ahora se volvio otra tarea en mis haberes diarios venir a charlar un rato con ustedes.
Me he reido mucho con las historias y me hago acreedor de ser parte del el elenco fundador de las chatnovelas son muy divertidas, ademas nos hace desarrollar una gran habilidad que solo la tenemos nosotros los escapistas porque podemos escribir, mirar, leer, y pensar el libreto....ha y reir... todo en un segundo......jajajajajja

Bueno un abrazo y exito para todas. Nos estamos escribiendo luego.

ANDRES.
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Una pareja de recién casados, era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior.

Un día el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa:

Querida yo voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuanto tiempo voy a estar lejos, solo te pido una cosa, que me esperes y mientras yo este lejos, seas fiel a mí, pues yo te seré fiel a ti."

Así, siendo joven aun, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda.

El joven llego y se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidio hacer un trato con su jefe, el cual fue aceptado también. El pacto fue el siguiente: "Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya.

El día que yo salga usted me dará el dinero que yo haya ganado."

Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajo durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso. Después de veinte años se acerco a su patrón y le dijo: "patrón, ya quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa."

El patrón le respondió: "Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, solo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿esta bien? Yo te doy tu dinero y tu te vas, o te doy tres consejos y no te doy el dinero y te vas.

Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta."

Él pensó durante dos días, busco al patrón y le dijo: "QUIERO LOS TRES CONSEJOS"

El patrón le recordó: "Si te doy los consejos, no te doy el dinero." Y el empleado respondió: "Quiero los consejos" El patrón entonces le aconsejo:

1. "NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. Caminos mas cortos y desconocidos te pueden costar la vida.

2. NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL, pues la curiosidad por el mal puede ser fatal.

3. NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, pues puedes arrepentirte demasiado tarde.

Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tan joven, así:

AQUÍ TIENES TRES PANES, dos para comer durante el viaje y el tercero es para comer con tu esposa cuando llegues a tu casa." El hombre entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que él tanto amaba.

Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludo y le pregunto: "¿Para donde vas?" Él le respondió: "Voy para un camino muy distante que queda a mas de veinte días de caminata por esta carretera." La persona le dijo entonces: "Joven, este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días". El joven contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo, entonces volvió a seguir por el camino normal.

Días después supo que el atajo llevaba a una emboscada.

Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera, donde poder hospedarse.

Pago la tarifa por día y después de tomar un baño se acostó a dormir. De madrugada se levanto asustado con un grito aterrador.

Se levanto de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escucho el grito.

Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo.

Regreso y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le pregunto sino había escuchado el grito y él le contesto que si lo había escuchado. El dueño de la posada le pregunto: ¿Y no sintió curiosidad? Él le contesto que no.

A lo que el dueño les respondió:

Ud. es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues mi único hijo tiene crisis de locura, grita durante la noche y cuando el huésped sale, lo mata y lo entierra en el quintal.

El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa. Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, camino y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzo a ver que ella no estaba sola.

Anduvo un poco mas y vio que ella tenia en sus piernas, un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena, su corazón se lleno de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad.

Respiro profundo, apresuro sus pasos, cuando recordó el tercer consejo. Entonces se paro y reflexiono, decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer ya con la cabeza fría, él dijo: "NO VOY A MATAR A MI ESPOSA".

Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta.

Solo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fuí fiel a ella." Se dirigió a la puerta de la casa y toco.

Cuando la esposa le abre la puerta y lo reconoce, se cuelga de su cuello y lo abraza afectuosamente. El trató de quitársela de arriba, pero no lo consiguió. Entonces con lagrimas en los ojos le dijo: "Yo te fui fiel y tu me traicionaste. Ella espantada le responde:

"¿Como? Yo nunca te traicione, te espere durante veinte años. El entonces le pregunto:

"¿Y quien era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde? Y ella le contesto: "AQUEL HOMBRE ES NUESTRO HIJO.

Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy él tiene veinte años de edad. Entonces el marido entro, conoció, abrazo a su hijo y les contó toda su historia, en cuanto su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el ultimo pan juntos.

DESPUÉS DE LA ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO, CON LAGRIMAS DE EMOCIÓN, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero, el pago de sus veinte años de dedicación.

Muchas veces creemos que los atajos "quemar etapas" nos ayudan a llegar más rápido, lo que no siempre es verdad...

Muchas veces somos curiosos, queremos saber de cosas que ni nos dan respeto y no nos traen nada de bueno...

Otras veces reaccionamos movidos por el impulso, en momentos de rabia, y después falta y tardíamente nos arrepentimos...

Espero que tu, así como yo, no te olvides de estos consejos, no te olvides también de CONFIAR (aunque tengas muchos motivos para desconfiar).
Dado el tema de conversación de hoy en el chat creo que esto es lo más acorde. Besos.

Queridas todas y todos.

Tengo una hermana. Somos como el día y la noche y en contadas ocasiones estoy de acuerdo con ella. De hecho a veces pienso que si no fuera mi hermana la mataría a gorrazos, pero es mi hermana y si alguien de fuera se mete con ella le saco los ojos, sólo yo puedo meterme con ella. Vivimos separadas en distintas ciudades y discutimos a menudo. Pero si mi hermana tiene un problema me faltarán segundos para ayudarla y salir corriendo hacia allí.

Y seguiré después riñendo con ella y no pareciéndome bien lo que hace pero la quiero. He aprendido a aceptarla como es y aunque haga cosas que no me gusten sé que no lo hace con mala idea.

Y ella... sé que piensa lo mismo de mi, que soy un desastre, que no pienso lo que digo, que meto la pata constantemente...

Pero lo realmente importante es que nos queremos y que nos importamos y que mil veces que riñamos por culpas propias o de terceros mil veces que nos reconciliaremos.

Esto es real de mi vida por si hay dudas, pero espero que sea aplicable a estos últimos días. No esperéis que de mi opinión porque no hablo de lo que desconozco y a mi en ningún momento se me ha molestado o herido pero hay que respetar a quien se pueda sentir así, sea quien sea. Para mi no hay bandos, sólo hay una pelea entre hermanas.

Un beso para todas.
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Marta esta es la historia de LUCK, una persona a la que adoro y que lo único que quería era escuchar y ser escuchado.Un día recibí un correo de Marta, diciendo que tenia un admirador secreto en el blog,Entre a ver y cual era mi sorpresa el mensaje tenia un detalle que solo yo conozco y supe que era mi marido, entonces decidí devolverle las palabras tan bonitas que me dedicaba. Hay empieza la historia de Luck, a continuación comenta Eleyo, y así sucesivamente y se entabla una conversación desde el jueves viernes de la semana pasada.Decid alguna de vosotras, escapistas, habeis sentido en algún momento que Luck os ha ofendido??En algún momento os sentisteis acosadas??Que tiene de malo que el marido de una escapista charle con el resto de chicas deseandoles para su vida lo mismo que desea él para la suya. No oculte su identidad, sencillamente a nadie le importa el vinculo afectivo que nos une, por que no era el tema en el chat, y por que eso es solo mío, ese sentimiento es de él y mío, bueno a nadie no,.......Gracias a que no sabíais quien era, fuisteis vosotras mismas, todas y cada una de vosotras, os comportasteis como sois sin coacciones y sin tapujos, para bueno y para malo.No he engañado a alguien, no ha sido mi intención, solo habéis conocido a un ser independiente con capacidad para escuchar y con la bondad infinita de tender su mano a quien quiera tomarla.... si eso os ha hecho daño, lo siento. Yo estoy muy orgullosa de Oscar y no por estar casada con él, sino por ser quien es y como es. Y espero que a esas personas que halla podido ayudar, lo tengan en cuenta y que aquellas otras que no haya podido ayudar, también.Este será la ultima vez que habléis conmigo, este era mi ultimo juego de escape.Solo decir, que os quiero, a todas y cada una de vosotras sois algo especiales para mi, y eso no lo va a cambiar nunca nada ni nadie.Mi humilde intención era daros una sorpresa, tarde o temprano os enteraríais, pero llego alguien con maldad con ansias de venganza y protagonismo, alguien que sufre como todas pero no mas que todas, y no quiso que esto llevara su curso natural.Ha intentado hacerme daño, metiendo veneno entre vosotras.... pues bien, .... no me ha hecho daño, el daño tal vez se lo hizo a si misma, yo me quedo con aquella mañana en las que todas nos sentimos bien y escuchamos canciones dedicadas unos a otros con la mas limpia y pura de las amistades, y no importaba quien era quien, porque cada uno sabíamos quienes éramos.Aquí me expongo ante vosotras, para que con vuestras conclusiones tiréis la primera piedra o la ultima.Gracias a todas por haberme enseñado tanto y haberme hecho la vida mas amena.Besos.
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Chicas, parece que por fin tenemos noticias de nuestra secuestrada compañera. La eco parece indicar que tendremos otra cotorrita para el club. ¡Enhorabuena preciosa! Un besote de parte de todas.

Y además viene con clave, cómo no. jejeje


Fin de semana en Candeleda (Ávila). Relax combinado con artes marciales.